Tanto a nivel clínico como a nivel académico, la relación entre lenguaje y desórdenes del aprendizaje es confusa. Este desconcierto proviene en parte de la tradición de incluir a la dislectoescritura (frecuentemente mal llamada "dislexia") dentro de los desórdenes específicos del aprendizaje. Las alteraciones del lenguaje son síntomas de disfunción del sistema lenguaje. Esta disfunción puede ser localizada (con manifestaciones exclusivas ligadas al lenguaje) o difusa (con signos cerebrales de otras áreas, incluyendo memoria).
A nivel académico, los niños con trastornos del lenguaje pueden tener dificultad para aprender (si la disfunción es focalizada) o pueden mostrar desorden del aprendizaje (si la lesión abarca las áreas de memoria y hábitos motores). Esta distinción no es fácil de entender y es el origen principal de la confusión.
En todo caso, el niño con dificultades del lenguaje es un desafío para la escuela y para los maestros. Históricamente, las dificultades de la lectura y de la escritura se han categorizado a este nivel como dificultades del aprendizaje. Dos de las condiciones clínicas mejor reconocidas son la dislectoescritura y la anafasia (o afasia del desarrollo) que son resultado de afectación del sistema cerebral del lenguaje. Este sistema está relacionado con habla espontánea, repetición del lenguaje hablado, comprensión del lenguaje hablado, nomia, lectura y escritura y está habitualmente localizado en el hemisferio cerebral izquierdo. Los niños con alteración sistémica de estos procesos lingüísticos tendrán necesariamente dificultades del aprendizaje.
Cuando la falla en el neurodesarrollo del lenguaje persiste en las etapas preescolar y escolar, el aprendizaje se vuelve ineficiente, debido primordialmente a dificultades en lectura y escritura. Además, otras alteraciones simultáneas que afectan la consciencia fonológica, las competencias semántica y sintáctica y el vocabulario pueden ser vistas como la causa principal de los escollos escolares del niño.
Hay notorias variaciones interindividuales en el aprendizaje de la lectoescritura. Algunos niños son significativamente lentos en la nomia de objetos, letras, números y colores lo que frecuentemente se considera un déficit de la memoria semántica. Por el contrario, la nomia rápida se ha asociado a aprendizaje acelerado de lectura y escritura. Los niños con problemas de lectura también presentan pobre ejecución en rimas, tareas de asociación letra-sonido, memoria verbal, descodificación de palabras escritas y conocimiento sintáctico.
Concluyendo: la escuela transmite información general fundamentalmente a través del lenguaje. La escuela exige que el niño aprenda mediante el lenguaje, organizando y reorganizando su conocimiento, manejando y clarificando la información, formulando preguntas e interactuando con los maestros. Cuando este proceso es anómalo, surgen contrariedades que afectan el bienestar del niño, su éxito académico, sus habilidades sociales y en general su conducta. Consecuentemente, el niño puede presentar más tarde trastornos en habilidades más sofisticadas como el uso figurativo o narrativo del lenguaje impidiéndole exponer sus ideas de una manera lógica. Típicamente, los niños con estos tropiezos tendrán un rendimiento académico bajo o gradual lento.
Contribuido por el Dr. Cristian Polanco, Psiquiatra